Según la Asociación Española de Pediatría debemos llevar al pequeño al médico cuando se trata de bebés de menos de tres meses y si además de la fiebre hay otros síntomas aparentemente preocupantes como la pérdida de conciencia, vómitos o puntos rojos en la piel que no desaparecen si se estira un poco. Asimismo en casos en los que el pequeño se muestra irritable y con mucho llanto. En casos de detectar dificultad en la respiración o si los vómitos y diarrea pueden generarle problemas de deshidratación. Y en el caso también de detectar alteraciones tanto de frecuencia cómo de color en la orina.

Obviamente, en todos estos casos lo mejor es acudir al especialista para la exploración o al servicio de urgencias. Sin embargo hay que saber que se considera que un pequeño tiene fiebre cuando muestra 38 grados de temperatura en recto, 37,5 en la medición en boca y 37,2 en la axila. Es preferible el uso de termómetros digitales, ya que los electrónicos en el oído son más imprecisos. En el caso de no disponer de termómetro se puede acercar la mano a la frente y notar su temperatura y detectar cierto enrojecimiento en las mejillas.

Hay que tener en cuenta que en el resto de situaciones lo mejor es mantener la calma y mantener al bebe en situación cómoda  y bien hidratado. Si la fiebre persiste se puede indicar una dosis de ibuprofeno o paracetamol infantil, teniendo en cuanta que la dosis se debe aplicar en función del peso y no de la edad. No se recomienda alternar entre ibuprofeno y paracetamol ni el uso de antitérmicos.

Es recomendable aligerarle de forma sensata de la ropa y mantener la temperatura ambiente un poco más baja de lo normal. Se puede recurrir a bajarle la temperatura por medio del uso de compresas mojadas en la nuca y muñecas o por medio de un baño. En el caso de introducirlo en agua, está debe estar entre 34 y 36 grados y deberemos estar un buen rato en el agua manteniendo al pequeño tranquilo.

Es recomendable que se baje la temperatura del pequeño primero por los pies y poco a poco ir enfriando el resto del cuerpo para que la temperatura baje de forma gradual. También se puede optar por usar un barreño con agua en el que introduciremos primero las manos y piernas.

Por tanto debemos alarmarnos sólo en casos de extrema urgencia como si la temperatura supera los 40 grados o si el estado febril abarca más de 72 horas. Y será en esos momentos cuando debamos acudir al doctor.

Hay que tener en cuenta que la temperatura de todas las personas es más alta hacia el final de la tarde y comienzo de la noche y es más baja entre medianoche y la mañana. Por tanto es normal que los pediatras en casos de fiebre reciben las llamadas entre la tarde y la noche. Y también hay que resaltar que durante el proceso de la aparición de los dientes, la  fiebre no es un síntoma de ese proceso.